En algún país de
habla inglesa se acuñó la frase de “good manners” (buenas maneras). Son las formas
de comportamiento humano y llama la atención su adjetivación. Cuando una niña aprende
a comer una fruta se trata de algo bueno. En cambio los hábitos malos, por
desgracia, se incorporan de manera natural.
Siempre he
considerado que las mujeres y los hombres al alimentarnos, lo humano que
aportamos es la dignificación de una tarea propia de animales. Ellos se
alimentan y nosotros, en cambio, comemos. Comer educadamente no exige esfuerzo.
Todo aquello que se ha adquirido es un hábito bueno, viene de gente en gente y de buena mano. Con su
ayuda podemos comer en casa y nos sentaremos también a la mesa tanto en las grandes
ocasiones como en las cotidianas.
Cuando una madre
enseña a sus hijos a utilizar los cubiertos, lo hará con prudencia e insistirá,
una y otra vez, hasta comprobar que no trabajó en vano. Por eso tendrá en
cuenta lo que ella aprendió de niña. Les dirá que con los cubiertos, no
entrarán en una batalla y podrán comer con facilidad, y todo su empeño se
transformará en delicadeza, en un comportamiento propio.
Cuando paso por sitios
para comer, hago esfuerzos para poner límites a mi espíritu crítico. No
comprendo porqué el “ir a la moda” deba
hacer que personas adultas se comporten de manera inapropiada. Está a la orden del día el llevar la boca al
cubierto, y no los cubiertos a la boca. Comer
con elegancia es fácil y no es patrimonio de unos pocos.
Un boxeador famoso
dijo con mucha gracia, que en el boxeo se es chato de nacimiento o lo hacen con
el tiempo. Un antiguo refrán nos advierte: “en
la mesa y en el juego se conoce al
caballero”. Me permito añadir “al hombre
y a la mujer también”.
Cuando elegimos un
menú para unos invitados, no debemos ponerlos en ridículo con comidas raras y
cubiertos de uso poco frecuente. Desciendo vertiginosamente al ejemplo de los
espárragos y a sus famosas pinzas. Lucirán lindas en la mesa pero es más
prudente presentar esos humildes vegetales de una forma práctica para todos.
El saludo es quizá
otro de los grandes temas del “saber estar”. El saludo denota cortesía bien
arraigada en las personas. Los especialistas en psicología buscarán
explicaciones y nos las darán. Nosotros las dejaremos a un lado porque nos
interesa que las personas se saluden con la corrección debida y no nos corresponde
discernir si han sido afables, afectuosos, complacientes, distantes o fríos.
“Con buenas palabras y buenos modales se abren muchas
puertas”, es el dicho de la sabiduría
sencilla, y encierra verdad. La prudencia en el momento de conversar es una
regla de oro como también lo es el no tomar la palabra, es decir no interrumpir
al que habla.
Roberto Cava
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Todo comentario, observación o crítica de los lectores, se deberá realizar mencionando su nombre y apellido completos y dirección electrónica.
Bajo ningún concepto se publicarán comentarios anónimos, firmados bajo seudónimo o con iniciales.