No hace mucho, diario CAMBIO publicó una columna mía.
En ella hice referencia a la cortesía, a la urbanidad, a la cordialidad y a la
honradez como virtudes propias muy nuestras. Alguien pensó que había exagerado
un poco y me lo hizo notar. No obstante me reafirmo en mis dichos.
Somos también sencillos y quizás muy austeros. Por eso
hay temas que nos resultan lejanos. Sin embargo, Uruguay como país soberano e
independiente lleva a la práctica usos y tradiciones universales. Entre ellas
están las condecoraciones. Los italianos emplean el término “decorazione”.
Quizás sea así para algunas personas. Nuestro país posee la condecoración de la
”Orden de la República Oriental del
Uruguay”, que otorga únicamente a los extranjeros. Argentina posee, por su
parte, la ”Orden del Libertador San Martín”.
Nuestra condecoración se concede a personalidades
extranjeras en reconocimiento por actos meritorios o extraordinarios prestados
al país o en grado a base de reciprocidad. Pocos años atrás Julio Bocca recibió
ese reconocimiento por su labor artística, siendo argentino.
Me parece que no hay cosa más ridícula que la colocación del
collar sobre un traje de calle y además, sin corbata. El buen tino hará que,
con toda humildad, se ponga el reconocimiento en manos del condecorado haciendo
antes un ligero además sobre el hombro. En fin. Así se procede en la actualidad
con las ofrendas florales. Antes, nuestros gobernantes las cargaban con un poco
de esfuerzo hasta un monumento. Ahora las flores permanecen reposando antes del
comienzo del homenaje. Después, la autoridad correspondiente se acercará y, con
un gesto, tocará la ofrenda.
Los recuerdos de mis estudios madrileños me llevan a
recordar una anécdota empleada en clase por un profesor. Habían invitado a una
personalidad para asistir a un acto muy solemne “con condecoraciones”. Se
vistió correctamente y a último momento se dio cuenta que no llevaba una
condecoración. Buscó entre varias cajas y vio una muy bonita. Sacó una medalla
que iba bien y se la prendió. Salió
rápidamente y como siempre abundan las personas curiosas, lo abordaron para
preguntarle por tan original condecoración. Con mucha vergüenza leyó en el
anverso: “Recuerdo de mi Primera Comunión”.
Roberto Cava De Feo
Para CAMBIO
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