A lo largo de este
año CAMBIO fue publicando algunas notas mías. Mi condición de ciudadano legal uruguayo por ser hijo de
madre oriental, me permite hoy dedicar unas palabras a la asunción presidencial argentina. Nos representó el
presidente Vázquez y fue muy bienvenido.
No me detendré en los detalles previos a la ceremonia de asunción. Fueron temas políticos ajenos ahora a este artículo. Argentina posee sus normas de Ceremonial recogidas en una norma jurídica. También, todas las reparticiones públicas poseen sus direcciones de Ceremonial.
No fue una única ceremonia. La jornada tuvo sus partes como si se tratara de una pieza musical. El traslado del presidente electo desde su domicilio hasta el Congreso fue antológico. Policías motorizados abrieron paso al coche. Los Granaderos de San Martín escoltaron el cortejo en el último tramo. Su fanfarria sonó solemne y el auto se detuvo en la entrada principal del edificio emblemático inaugurado en 1910. Descendieron el presidente, su esposa y dos hijas. Pese a que había innumerables personas, nadie se acercó para cerrar la puerta del automóvil. La Primera Dama salvó la situación haciéndolo personalmente.

evento. Aquí, en
cambio, las vimos –eran aguas minerales-
en abundancia.
Más adelante el nuevo Presidente y su esposa salieron con destino a la Casa de Gobierno. Utilizaron una camioneta que permitió que se asomaran los dos por el techo.
En
la muy conocida Casa Rosada, el Primer Magistrado recibió la banda y el bastón
presidencial. Hubo aplausos muy cálidos y un
rumor cercano lo invitó a asomarse a uno de los balcones.
En tanto, los
invitados a la recepción en la Cancillería situada junto a la Plaza San Martín,
fueron llevados en cómodos transportes. En la Casa de Gobierno los seiscientos
Granaderos pudieron comer un ligero tentempié. Es sabido que la vida castrense comienza
temprano y era preciso reparar fuerzas con un buen plato frío y arroz con
leche.
El Palacio San
Martín recibió a las delegaciones extranjeras. Un funcionario, lista en mano,
fue presentando a sus integrantes. Después, allí se sirvió un cóctel. El presidente
Vázquez siempre sonriente se mostró muy afable con todos. Sin embargo y en
general, las imágenes de esta recepción vistas en la televisión no fueron
buenas. Personas que iban y volvían junto a una gloriosa improvisación.
Vino después el
juramento del Gabinete Nacional en el Museo del Bicentenario que está junto a
la Casa de Gobierno. Otro nuevo traslado hecho con buen humor. El Presidente
salvó situaciones con buen humor. Así, a un funcionario de una provincia, en
lugar de llamarlo “Juan”, le dijo “John” junto con una sonrisa. No hubo aquí agasajo
gastronómico.
A las 21.15 fue la
Función de Gala en el Teatro Colón. La puntualidad que es el “deber de las gentes honestas y la cortesía
de los reyes” brilló maravillosamente. Vi como algo imposible, el cumplimiento
de la antigua norma del Ceremonial que indica el ingreso de la máxima autoridad
en último término. Sea como fuere, el nuevo Presidente y su mujer llegaron al
palco principal y de inmediato sonó el Himno Nacional ejecutado por la Orquesta
del Colón, el Coro y todo el público.

Las normas
universales del Ceremonial fueron aplicadas aunque el cóctel vespertino y el
nocturno actuaron como ingeniosas soluciones en un día muy especial.
Roberto Cava De Feo
Para CAMBIO